NAVIDAD Y PANDEMIA 4

2020: una Navidad especial

2020: una Navidad especial

NAVIDAD Y PANDEMIA 4

Foto: Internet.

Jorge Pacheco recortadaPor: Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo.

Todos sabemos que la Navidad de este año será distinta. Quiero proponerles que no sólo sea diferente, sino mejor. Las circunstancias ayudan porque estamos mucho más sensibles que en otras épocas. La tragedia global de la pandemia del COVID-19 ha despertado en buena parte de nosotros la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos.

El Papa Francisco nos lo recuerda en la encíclica Fratelli Tutti que ‘El golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. «Nos  hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado en encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad».

El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia. Qué mejor reflexión para esta Navidad. Hoy, es claro que debemos construir juntos la justicia, el amor  y la paz, que parecían una ‘utopía de otras épocas’, como dice el Papa Francisco.

Gracias al aislamiento social hemos valorado más la necesidad del encuentro, del abrazo afectuoso, de la presencia cercana para celebrar la felicidad compartida. Hemos aprendimos que una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otra muy distinta es “apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos”.

No podemos seguir alimentando esa actitud egoísta de no interesarnos por los demás. No permitamos que el aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses se instalen en nuestra manera de ser, porque  jamás son el camino para crecer en fraternidad. Que esta Navidad nos permita devolver esperanza y obrar una renovación: valorar la  cercanía, la cultura del encuentro aún en medio del obligado aislamiento social.

Cito nuevamente la Encíclica Fratelli Tutti: ‘Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado.

Para que esta Navidad no sólo sea diferente, sino mejor, debe ayudarnos  a pensar y gestar un mundo más fraterno. Sabemos que el ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás, si no es en el encuentro con los otros. Aquí está el secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad., dice el Papa Francisco.

Y hablando de la Navidad, me impresiona la figura de los pastores en la Noche Buena. Era una comunidad de amigos que los unía la tarea común de cuidar su ganado. Y en las noches se turnaban para permanecer despiertos a cuidar el rebaño de los demás. A esta gente sencilla, humilde pero con un corazón solidario es a quienes Dios les revela el acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús que viene a meterse a nuestro mundo, a nuestra historia, para enseñarnos la fuerza del amor y la fraternidad.

Al igual que la relación entre los pastores, nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros. Descubrimos en esos pastores las formas más nobles de la amistad; de fraternidad manifestada en el servicio, al pasar la noche en vela cuidando sus ovejas y las de los otros. La verdadera amistad los mueve a buscar lo mejor para los amigos. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos. Un gran aprendizaje.

Si queremos que esta Navidad sea distinta y mejor en nuestra familia, celebrémosla en actitud reflexiva, sabiendo que estamos viviendo una circunstancia especial, pero que, como los pastores de Belén, buscamos otro modo de vivir, convivir, encontrarnos y compartir. Somos una familia, que nos esforzamos por ser mejores, que conocemos nuestros fallos y los convertimos en energías positivas para renovar nuestra convivencia. Somos esa comunidad familiar que observa y reflexiona para ajustar su proyecto de vida para responder a los tiempos y a las necesidades propias de los cambios y las innovaciones.

En la Noche Buena busquemos un espacio para mirar la sencillez del Portal de Belén. Reconozcamos que tenemos sobrados motivos para sentirnos agradecidos y satisfechos, pero sin dejar que ello nos lleve al egoísmo, a la dureza de corazón y a la comodidad placentera. Tengamos una intención por todas las personas que viven solas sin el afecto de los suyos y sin recursos económicos

Centrémonos en la figura del Niño de Belén. Al mirarlo reconozcamos que su presencia en nuestra historia trae las bases de  un mundo mejor, que transformados por este niño, invitemos  a nuestros hijos a soñar lo nuevo, lo novedoso. Que al ver al recién  nacido sea también para nosotros un noche de paz y de amor.

Finalmente dirijamos nuestra mirada a la Sagrada Familia de Nazaret. Pidamos que, a ejemplo suyo, nuestro hogar sea un templo de convivencia armoniosa. Pidamos con fe que nos bendigan, protejan, alivien nuestras  penas y nos enseñen a ser más fraternos con todos.

Finalmente, tengamos un sentimiento común con el Papa Francisco para pedir que en esta Navidad, ‘nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la Tierra, para reconocer el bien y la belleza que el Creador sembró en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas’. ¡Feliz Navidad!.

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