29 de julio, 2023
Imagen: Internet
Fuente: Encuentro
Todos queremos que los niños puedan crecer y prepararse para la vida siendo emocionalmente estables, teniendo buena autoestima y confianza en sí mismos, pero, ¿cómo lograr la obediencia por amor y respeto y no por temor? Pues con una educación sin gritos ni castigos, es decir, con una educación basada en el respeto.
Muchos estudios evidencian que, una educación con gritos y castigos, solo logran rebeldía y agresividad, así como problemas emocionales y de conducta. Recordemos que, si el niño se siente en peligro, se activan sus mecanismos de lucha o huida.
Mientras el niño se encuentre en este estado, tratará de salir del peligro percibido mediante pataletas, berrinches o huyendo, llorando, inhibiéndose, mostrándose tímido, sumiso, etc. Ni huir o luchar, es propicio para el aprendizaje, pues todos los recursos y energía del organismo los destina para la batalla, y no para aprender.
Son estos niños los que comúnmente, pegan a sus compañeros o golpean objetos o gritan sin ningún motivo aparente; entonces, nos damos cuenta por qué los gritos y castigos no son buenos, más bien le hacen daño al niño. Es importante analizar qué se puede hacer para establecer una crianza basada en el amor y el respeto.
Como requisito indispensable para los padres, cuidadores o maestros, es muy importante descansar las horas necesarias para levantarse con energía y buen humor todos los días. Cuando esto no sucede, el trato a los niños es menos paciente, tolerante y en realidad, es difícil llevar a la práctica todo lo que en teoría se ha comentado.
Le brindaremos algunas estrategias importantes para criar sin gritos ni castigos:
Primero, sea el mejor modelo de la conducta para sus niños. ¿Qué cree que aprenderán cada vez que sus padres les gritan o amenazan o cuando no hay respeto entre ellos o tratan mal a alguien? Debe tener autocontrol, cuando esto suceda o alguien haga algo que no le guste; si, por el contrario, explota o reacciona negativamente, será usted el modelo de la conducta que desea eliminar de la vida de sus hijos.
Asegúrese de la estabilidad de sus niños. Debe preguntarse: ¿alguna vez trató de hacerlos entrar en razón en pleno berrinche o rabieta?, ¿qué paso?, ¿logró corregirlos?
Déjeme adivinar, las cosas no salieron como esperaba, no logró corregirlos ni hacerlos entrar en razón, es más, es posible que haya empeorado su conducta y apareció la tentación de emplear gritos y castigos, porque si no funciona por las buenas lo lógico es pensar que será por la mala. Entonces, se preguntará, ¿qué debo hacer?
Lo primero es estabilizarlos o ayudarlos a que se tranquilicen con un abrazo o dejar que expresen todo lo que sienten. Ya tranquilos, puede transmitirles el aprendizaje, la lección que les quiere dar, ya que estarán en condiciones de asimilar dicha información.
Utilice un lenguaje verbal y no verbal amable, que denote amor y respeto, cuidando mucho lo que dice y cómo lo dice. De poco sirve decir, “te amo mi amor”, cuando mira el celular sin tomarle atención. Ellos leerán lo que su cuerpo les transmite.
Llévelos hacia la autorreflexión. Es bueno corregir a los niños ya que les permitirá aprender mejores formas de comportarse y de interactuar en su comunidad, pero esto es mejor que corregir para lograr buenas conductas y que les queden grabadas. Reflexione usando preguntas, de acuerdo a su edad y el nivel de compresión. Por ejemplo, si vemos que nuestro niño golpea a sus compañeros sin motivo, debemos decirles, “mi amor vinimos a jugar, si sigues golpeando a tus amigos nos tendremos que retirar, porque no vinimos para que pelees sino para que juegues”.
Si el niño, pese a ello insiste en esa conducta, debe cumplir y llevarlo a casa. Allí hay que plantearle ciertas preguntas, por ejemplo, “mi amor, ¿cómo te sentirías si tú amigo te pega?, ¿feliz, triste o molesto? … ¡Ah, triste y molesto!, ¿quisieras reír o llorar? Cierto, querrías llorar y si te sigue golpeando, ¿quisieras jugar con él? Buscarías otros niños para jugar, porque a nadie le gusta jugar con alguien que le haga llorar y sentir mal. Entonces, ¿qué pasará si sigues golpeando a tus amiguitos?, ¿querrán jugar contigo o buscarán otros amigos? Claro, buscarán otros amigos para jugar y ser felices. Entonces muy bien mi amor, tienes razón, ya no debes golpear a tus amigos porque se ponen tristes.
Este proceso de preguntas toma su tiempo, pero de lejos, es la mejor opción para concientizar al niño de las repercusiones de sus conductas. Con las preguntas, el niño llega a la reflexión de sus actos y aprenderá a empatizar.
Entrenen a sus hijos en la conducta que quieran dominen. Muchos padres se quejan de las conductas de sus hijos. Creen que sus actividades son muy sencillas, pero es un grave error. Para cada conducta, hay que capacitarlos y supervisar que lo hagan bien.
Caso contrario, los tratarán como desobedientes y no se trata de eso, sino de que los niños no saben qué desean ni cómo desean que hagan las cosas. Recordemos que el punto central está en ser muy claros, amables y considerar que todo es a largo plazo.
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