13 de octubre, 2020
Emprendimientos que integran la incubadora de Negocios de la UCSP se reinventaron por la pandemia: Oxem (arriba izquierda), Code en mi cole (arriba derecha), Nanovida (abajo izquierda) y Lara, escuela de lengua de señas (abajo derecha).
El ingenio de los arequipeños no tienen límites, y más aún, si se trata de generar ingresos y sobrevivir a la cuarentena obligatoria por la COVID-19 y tras ella. Son miles de emprendimientos que en la Ciudad Blanca y el mundo se han visto obligados a reinventarse. Aquí algunos de ellos.
Si hay algo que a los arequipeños les sobra, es la imaginación y fuerza para salir adelante a pesar de las dificultades. Así lo vienen demostrando miles de emprendedores, que tras recuperarse del duro golpe de ver paralizados sus proyectos, han tomado la decisión de reinventarse.
Esteban Ramírez, Kenny Lazo, Christian Carnero, Jessica Márquez y Athali Castro son claro ejemplo del talento y habilidad. Previo al confinamiento por la pandemia, estaban evocados a determinados emprendimientos, pero por la situación optaron por variar sus productos y servicios.
Christian Carnero y Jessica Márquez son ingenieros biotecnólogos y fundadores de Nanovida. Ellos tuvieron que frenar su trabajo del gel cicatrizante, antiinflamatorio y antiséptico elaborado en base a nanopartículas de plata. Este bajón en su emprendimiento los llevó a buscar otros elementos a estudiar. Así, dieron con nanopartículas de cobre detectando bondades sanitarias en superficies.
Como no había tiempo para lamentos se pusieron manos a la obra y probaron el cobre en un nuevo producto que ayudaría a prevenir el contagio del coronavirus. “La capacidad de desinfección de las nanopartículas de cobre es mayor que el de otros productos como la lejía. Dura hasta 10 días y crea una capa lipídica que impide que la COVID-19 se impregne en las superficies”, dice Carnero.
Jessica, acota, que el cobre no es corrosivo por ello puede estar en contacto con la piel directamente sin que produzcan daños. Ellos están trabajando en dos presentaciones, una líquida y otra en gel, en tanto tramitan el permiso sanitario que necesitan para su comercialización en mercados locales y nacionales. Toda la investigación y pruebas las vienen financiando con recursos propios.
Namovida desarrolló un nuevo producto en base a cobre para hacer frente al COVID-19.
Oxem es una iniciativa para la descontaminación del aire utilizando módulos de microalgas que absorben el CO2 (Dióxido de Carbono), uno de los principales gases de la polución atmosférica. En 2019 fue uno de los ganadores del Reto Bio. Este año debía ser su despegue, al poder instalar sus módulos en ambientes amplios y calles de Arequipa. Es que es una buena alternativa frente a la forestación por la falta de espacios y el tiempo que toma el crecimiento de los árboles.
Athali Castro, ingeniera biotecnóloga y su socio su socio MacDonald Villacorta, ingeniero industrial son los creadores de Oxem. Explican que cada módulo equivale a 10 árboles. Son estructuras de 1 metro cuadrado. Con el aislamiento social, la iniciativa ha quedado en stand by. Por ello, adaptaron su producto, el cual fue parte del Global Community Biosummit en Boston, Estados Unidos.
Los módulos pasaron a ser cuadros pequeños que pueden ser colocados en las viviendas y sobre todo lo han enfocado para los hospitales. “Si bien el virus no está en el aire, es importante que el ambiente de los nosocomios también sea purificado. Nuestro proyecto es una alternativa ya que tampoco tienen buena ventilación”, comentan.
Pero no es lo único, ya que al contar con un laboratorio con impresoras 3D, lo primero que hicieron en cuanto se inició la pandemia fue fabricar máscaras de protección facial siguiendo todos los protocolos de seguridad. Estos implementos los pusieron tanto a la venta como para donativos que hicieron para personal de limpieza y bomberos. Sus mascarillas han llegado hasta Cusco, Puno y Lima, además de Arequipa. Las siguen fabricando.
Oxem usa la biotecnología para la descontaminación del aire.
Esteban Ramírez, es el director de LARA, una escuela de Lengua de Señas que, tras la paralización de todas las actividades presenciales, empezó a dictar clases virtuales. Junto a 2 de sus instructores y 2 intérpretes inició la labor y ahora tiene 100 alumnos bajo esta modalidad que le ha permitido pasar las fronteras de Arequipa. Sus estudiantes son de Lima, Huancayo y Cajamarca. También le ha permitido bajar los costos de sus programas de 340 a 200 soles.
De este modo, LARA mantiene su compromiso de brindar una alternativa de trabajo a las personas con sordera. Sus instructores tienen esta condición. La plataforma que usan para las clases es Zoom y a la iniciativa también se han sumado los alumnos que iban a su escuela antes de la pandemia, a quienes les costó adaptarse, pero lo lograron. Tal fue la aceptación que incluso han abierto grupos del nivel intermedio.
Esteban no solo es un emprendedor en los negocios, sino también en el aspecto social. A través de su cuenta de Facebook emiten un noticiero semanal en lengua de señas para que las personas sordas puedan tener más información sobre la pandemia. Para ello ha contado con el apoyo de amigos que como él son comunicadores sociales.
LARA hizo realidad su expansión a otras ciudades, aprovechando la tecnología y las clases virtuales.
Code en mi Cole es el emprendimiento que busca hacer masivo el pensamiento computacional y la Ciencia de la Computación. Cuando el coronavirus llegó, estaban organizando la Hora del Código, evento de carácter mundial en el que los participantes aprenden cuestiones básicas de programación en horas. La tecnología que promueven es la misma que les permitió seguir adelante.
Hicieron el evento de manera virtual y lograron capacitar a docentes de más de 200 colegios y más de 1000 estudiantes de 20 ciudades del país y 4 de Colombia. El resultado fue mejor que hacerlo de modo presencial. A docentes y estudiantes les enseñaron acerca del pensamiento computacional, aquel que permite crear tecnología en este campo y no solo usar la ya existente.
“Es importante masificar este tipo de conocimientos y hacer ver que no son difíciles para que más chicos se animen a estudiar Ciencias de la Computación y otras carreras relacionadas a tecnología. Así van a tener más oportunidades en su futuro y podrán ser más competitivos. Creo que el virus nos ha mostrado la importancia de la tecnología y como estamos inmersas en estas. Es importante tener conocimientos para desarrollarlas”, señaló Kenny Lazo, director de Code en mi Cole y abogado de profesión que encontró en la tecnología y el emprendimiento su camino.
Code en mi cole pasó de las capacitaciones presenciales a las virtuales y así llegó a más ciudades del país y también de Colombia.
Todos los proyectos citados forman parte de la Incubadora de Negocios de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Kaman. Allí los asesoran, brindan espacios de coworking, entre otras acciones que les han servido para ganar concursos importantes como Startup Perú o el Reto Bio y, ahora, afrontar el reto mayor de seguir adelante a pesar de la pandemia.
*Informe publicado en el diario El Pueblo del 4 de julio, suplemento Domingo.
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