03 de agosto, 2023
Imagen: Internet
El 21 de octubre se recuerda el “Día Mundial del Ahorro de Energía” con la finalidad de promover la toma de conciencia sobre el uso de energía para las diferentes necesidades actuales, así como para promover el uso de nuevas fuentes energéticas limpias de mínimo impacto a fin de cuidar el ambiente, como las famosas energías renovables de origen natural.
En las últimas décadas la demanda energética a nivel mundial ha sido exponencial debido al incremento en la producción y uso de diversos bienes y servicios en nuestras sociedades cada vez más industrializadas. Dependemos de fuentes energéticas no renovables y de alto impacto para el ambiente como los combustibles fósiles y el carbón con graves consecuencias al exacerbar problemas ambientales como el aumento de la temperatura a nivel mundial y el ya conocido cambio climático. A través del uso de este tipo de combustibles hemos introducido mayores cantidades de dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (NO2), entre otros elementos, que forman parte de los gases de efecto invernadero, contribuyendo además a otros problemas como el deterioro de la capa de ozono y la contaminación del agua y los suelos.
En este contexto, desde 2012 el Foro Energético Mundial (World Energy Forum), fijó esta fecha para reconocer la importancia que tiene el tema energético para alcanzar un desarrollo sostenible. A nivel internacional se han dado iniciativas para alcanzar estas metas de sostenibilidad. Los países de la Unión Europea se han comprometido en reducir el uso de combustibles fósiles, además de promover de forma intensiva el desarrollo y uso de fuentes energéticas limpias y renovables como la energía solar, hidráulica, eólica, mareomotriz, geotérmica y aquellas que provienen de la materia orgánica (biocombustibles).
Estas nuevas fuentes energéticas son cada vez ser más competitivas respecto a su eficiencia y disponibilidad. La investigación y el desarrollo tecnológico han permitido que diversos estados puedan empezar a implementar su uso dependiendo de ciertas condiciones económicas y ambientales. A pesar de ello, según la estadística, a nivel mundial continuamos dependiendo mayoritariamente de los combustibles fósiles con el 80% de la demanda energética mundial, sumado al uso creciente de la energía nuclear (5%), seguido de fuentes energéticas renovables como la hidráulica (7%) y otras como la solar, eólica y los biocombustibles (8%).
En América Latina, también hay iniciativas importantes ya que contamos con condiciones y características ambientales, geográficas y climáticas que pueden favorecer y facilitar el uso intensivo de energías limpias en muchas zonas. En el caso concreto de Perú aún hay un uso y dependencia grande de los combustibles fósiles, sobre todo en el sector del transporte e industria. La tecnología actual aún no nos permite cambiar de inmediato a otras fuentes de energía menos contaminante. Por otro lado, la producción eléctrica tiene como fuentes principales la energía hidráulica (48%) y el gas natural (46%), que hasta el momento resultan ser eficientes pero que en el futuro su disponibilidad verse condicionada por el cambio climático. Los ríos y corrientes de agua dulce podrían variar en sus condiciones y ser más escasos y el gas natural no es un recurso renovable, por lo menos a corto plazo, y también puede generar impactos negativos por algunos contaminantes asociados a su uso.
Por todo ello muy importante fomentar e implementar el uso de nuevas fuentes de energías, pues en Perú sí contamos con diferentes recursos que favorecen su desarrollo. En el sur tenemos disponibilidad de energía solar de modo intenso y permanente casi todo el año o en el norte, donde las corrientes de aire favorecen el uso de la energía eólica. A raíz de esto ya contamos con el parque solar “Rubí”, ubicado en Moquegua. Esta es la planta de generación fotovoltaica más grande y avanzada del país. También tenemos 5 parques de energía eólica para el abastecimiento eléctrico, uno de los más importantes es el de Marcona.
Estas nuevas alternativas enmarcan el camino hacia una “transición energética” de nuestras sociedades actuales y futuras que nos permitirán abastecer nuestras demandas de una manera eficiente y sostenible. Si bien es cierto todo esto nos ayudara a reducir el impacto ambiental a través de este proceso al cambio energético, hay otra acción que puede ser aún más efectiva que el uso de estas tecnologías y fuentes energéticas limpias. Se trata del “ahorro de energía”.
No hay mejor forma de contribuir a frenar el cambio climático que reduciendo nuestro consumo energético, evitando así la producción adicional de energía y de emisiones a la atmósfera; es por ello que este día tiene una importancia fundamental para concientizarnos en cuanto al uso y consumo de energía que cada uno de nosotros hace en el día a día.
También es importante contar con profesionales que nos ayuden a desarrollar estas y otras estrategias para las demandas energéticas del país y el mundo, como lo son los ingenieros ambientales y otros especialistas, por ello la Universidad Católica San Pablo está comprometida en ayudar al desarrollo energético sostenible de la región con la formación de estos profesionales a través de la Escuela Profesional de Ingeniería Ambiental que ayuden no solo con soluciones técnicas y especializadas, sino que además puedan ser agentes de cambio en cuanto a nuestra cultura ambiental para un uso sostenible de la energía. ¡Hagamos un uso eficiente y consciente de la energía!.
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