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En el día del maestro

Imagen: UE en Perú / Twitter.

Jorge Pacheco recortadaPor: Dr. Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo

Celebramos el Día del Maestro, fecha que amerita una reflexión en torno a la figura del maestro peruano más aún en las actuales circunstancias derivadas de la pandemia. Aunque hemos tardado en asimilar la educación a distancia, finalmente hemos comprendido que es la única modalidad viable para 2020. No hay más alternativa que aprovecharla para desarrollar la autonomía, fomentar la solidaridad y el bien común. También nos ha permitido valorar a los docentes y su gran esfuerzo para que la educación continúe y nuestros hijos no pierdan el año escolar y para entender que la educación virtual es un apoyo, más no un sustituto de la escuela.

Nuccio Ordine profesor de la Universidad de Calabria, advierte que hay una corriente de pensamiento que pone a la educación virtual como el gran salto de la educación hacia una enseñanza telemática, como una forma sustantivamente mejor, que se trata de una didáctica del futuro que significará el gran salto en la educación. Coincido con él cuando expresa que la didáctica digital apoya, pero no sustituye la riqueza de la labor presencial del maestro.

Siento incomodidad cuando no se  reconoce al maestro. A lo largo de mi experiencia docente he madurado la convicción de que el contacto con los alumnos en el aula, es lo único que puede dar verdadero sentido a la enseñanza e incluso a la propia vida del docente. No imagino  que una fría pantalla pueda sustituir la vida y alegría de las aulas.

Mirar a los ojos a los estudiantes brinda toda una riqueza comunicativa y desarrolla en nosotros los maestros una capacidad muy valiosa de descubrir a través de esa mirada su mundo interior. Expresiones de aprobación, de rechazo, de duda, de temor, alegría, ilusión o desilusión, de entusiasmo o aburrimiento. El maestro va aprendiendo con el tiempo a reconocerlos.

Los estudiantes no son recipientes a ser llenados; son seres humanos que necesitan de los profesores para dialogar, interactuar y conocerse. En esa experiencia vital podemos influir positivamente en ellos para desarrollar su creatividad, espíritu crítico, libertad, compromiso ciudadano y naturaleza trascendente. La escuela y la universidad deben formar futuros ciudadanos para ejercer su profesión con una fuerte convicción ética y un profundo sentido de la solidaridad y del bien común. En esa comprensión recién podemos entender la auténtica figura del maestro. Ninguna plataforma digital, puede sustituir a los buenos profesores.

¿Por qué la relación maestro–alumno es fundamental en la educación? Porque la relación que se produce es una relación empática – afectiva. Los niños y jóvenes por su edad se relacionan a través de  fuertes vínculos afectivos. Es más, una buena relación maestro-alumno permite mejores aprendizajes; en cambio, una mala relación despierta sentimientos de rechazo, de odio, de resentimiento.

Preguntaba a mis alumnos que se preparan para ser mis colegas profesores: ¿Cuál es la condición más necesaria para ser maestro? La mayoría coincide en que es la “vocación” y tener la capacidad para tratar a los niños como “personas”. Ser líder, capaz de expresar y recibir cariño. Ser muy respetuoso, tener paciencia y buenas técnicas pedagógicas. Ser coherente entre el pensar, el sentir, el decir y el hacer. Tener inteligencia emocional, autoridad moral; ser cercano al alumno saliendo a su encuentro, generarle confianza, para ser su confidentes; ser orientador, para es clave la escucha activa, cuestionarlos (llevarlos a la reflexión) y enseñarles la verdad. También debe ser profundo, ser testigo de la fe, enseñar con su actitud, con su palabra y testimonio y, por último, debe ser motivador, de modo que  los impulse a la acción y los anime.

Una condición fundamental: es su compromiso con la formación humana. Formar es influir en la manera de ser y actuar de los alumnos, y es un proceso que involucra tanto la razón como la sensibilidad, los valores, la moralidad y la ética propia. Ello exige al maestro un proyecto de vida consecuente con los principios que orientan su labor educativa; que sea capaz de revelar a los estudiantes la manera cómo el conocimiento embellece la vida; contagiarles de actitudes de respeto hacia sí mismos y en su relación con los otros. El maestro debe ser una persona organizada, segura, y bien documentada que use apropiadamente las técnicas, recursos y métodos de comunicación para hacer más atractiva y eficiente la transmisión de sus mensajes.

El aprendizaje más importante de esta pandemia es habernos situado con la verdad del sentido de la existencia humana. Hoy necesitamos una educación que nos permita descubrir, valorar y enrumbar la vida. Los maestros estamos llamados a promover una educación que supere la crisis humanitaria y que profundice en el respeto y forja de adecuadas relaciones  humanas. Grande es nuestra tarea, pero sí estamos preparados. ¡Feliz día del maestro!.

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