09 de agosto, 2023
Estamos a dos años de celebrar el bicentenario de la Independencia Nacional. Esto amerita una reflexión profunda sobre lo que hemos logrado en el largo camino de libertad e independencia y del futuro que queremos para nuestro Perú. En estas Fiestas Patrias, que nos aprestamos a celebrar, quiero poner como figura central a los jóvenes. Son ellos a los que les toca construir el futuro inmediato del Perú; es más, el país los necesita ahora.
En su visita a nuestro país, el año pasado, el Papa Francisco trajo un mensaje de esperanza que se refuerza en la Exhortación Apostólica Postsinodal “VIVE CRISTO esperanza nuestra”. Allí el Papa les dice a los jóvenes que son el presente, porque ya no son niños, sino que han empezado a tomar distintas responsabilidades y a participar en el desarrollo de la familia y la sociedad”. En este contexto ¿qué tendríamos que decirles a los jóvenes?
Abran los ojos a la realidad. Muchos compatriotas padecen violencia por extorciones, secuestros, explotación, pobreza, abusos, etc. Esta realidad exige que estén atentos a las legítimas reivindicaciones, que reconozcan los errores de nuestra historia que han generado diversas formas de esclavitud y de violencia, para que no se repitan.
Aprendan a llorar. No caigan en distracciones banales. Aprendan a llorar por el sufrimiento de otros, solo así serán capaces de hacer algo de corazón por los demás.
Transformen heridas en sueños. No se queden en la herida que daña, en su lugar pongan esperanza. Este también es un paso para ser patriota. Esta víspera del bicentenario debe ser de entrega generosa, de sacrificios que duelen, pero nos hacen fecundos.
Que nada los desanime. Lo suyo es soñar cosas grandes, atreverse a más, ser capaces de aceptar propuestas desafiantes y aportar lo mejor de sí, para construir algo mejor. El Perú necesita de su juventud y que nos contagien de su ímpetu. Que nadie les robe la esperanza.
Sepan mirar hacia atrás con respeto. El pasado histórico alberga experiencias que los ayudará a aprender de éxitos y fracasos para que no se equivoquen o engañen con espejismos. No caigan en el culto de lo nuevo que anula lo anterior, solo por ser antiguo.
No caigan en la tentación de perder el entusiasmo, de no medir los peligros, de buscar falsas seguridades, de caer en la corrupción, en el ensimismamiento o en el placer vacío.
Prepárense para las grandes hazañas. Sean prudentes, preparados, atentos. No se distraigan en lo superficial, adormecidos, incapaces de cultivar relaciones profundas. No busquen un futuro pobre, sin sustancia sino uno lleno de vida y de riqueza interior.
Ayudemos a nuestros jóvenes a que no pierdan su vigor interior, sueños, entusiasmo, esperanza y generosidad. Todo joven en esta etapa de formación tiene que orientarse a esa misión suprema a la que están llamados como ciudadanos. Por ello deben mirar el bicentenario con la seriedad y responsabilidad que implica construir esta parte de la historia nacional. Necesitamos de su acción incisiva y fecunda. El Perú los reclama.
¡Feliz aniversario patrio!
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