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La evaluación de la formación integral

 

jorge pachecoPor: Dr Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo.

Muchas veces utilizamos la expresión “Sentarse en el banquillo de los acusados”, para referirnos a una persona o situación que queremos analizar a partir de sus deficiencias. En ese sentido, hoy quisiera sentar allí a la evaluación escolar, específicamente a la Evaluación de la formación integral y revisar esta práctica, acercándonos a una reflexión seria sobre este tipo prueba.

A partir de este proceso, percibimos que el estudiante no tiene información sobre los resultados de su formación integral y por ello, no se garantiza un aprovechamiento más pleno de su paso por las aulas. Los profesores ponemos más énfasis en los contenidos y no informamos sobre el logro del desarrollo personal, pese a que la institución educativa, es fuente directa de este crecimiento por el tipo de aprendizaje que ofrece a los estudiantes.

Al poner más énfasis en el aprendizaje cognitivo y soslayar la información respecto a su formación integral, no se les orienta para desenvolverse en este ámbito, ni se promueve interés por su desarrollo integral.

La evaluación integral formativaes aquella que permite a los estudiantes abrirse a otras dimensiones, como las afectivas, motivacionales, sociales y metacognitivas. No interesa evaluar los conocimientos del estudiante en términos de saberes, sino de definir campos de competencias más amplios, puestos de manifiesto por el estudiante en situaciones complejas de producción, de resolución de problemas, de investigación, etc. (López, 2013.)

Entonces, podemos preguntarnos los profesores, ¿cómo evaluar la validez de la formación integral? Para lograrlo, los métodos usados deben ser los más adecuados integralmente, así se medirá el aprendizaje esperado (relación íntima con los objetivos curriculares). Siguen vigentes, claro, los criterios clásicos de pertinencia, validez, fiabilidad para evaluar competencias y su multidimensionalidad.

Luego, hay que seleccionar los instrumentos más directos y pertinentes para lo que se   pretende evaluar, esto permitirá observar los criterios que se tienen en cuenta para evidenciar el logro de objetivos y/o competencias referidas a la formación integral.

Son válidas las encuestas, las escalas de apreciación, cuestionarios de autoevaluación, etc., lo importante es garantizar que el uso de estas herramientas no sea un obstáculo sino más bien, sean posibilitadores de una adecuada evaluación integral del aspecto formativo. Se puede, también, utilizar rúbricas que definan niveles de adquisición y progresión.

Otra pregunta que se plantea al este respecto es, ¿qué aspectos se puede evaluar referidos a la formación integral? Esto puede centrarse en cuatro aspectos: La dimensión humana, que implica comprender al hombre como persona en su integridad y en continuo cambio respecto a su forma de vida (desde el nacimiento hasta la muerte). Aquí cobra importancia el rol tutorial, sostenido por un plan institucional que oriente a los estudiantes y los acoja para su desarrollo personal.

Luego tenemos la dimensión intelectual. Hoy en día la información y transferencia del conocimiento, se refleja en las posibilidades que la persona tiene para desarrollar competencias, habilidades y capacidades adquiridas, frutos del proceso de enseñanza-aprendizaje.

El siguiente punto, es la dimensión axiológica. La esencia del ser de la persona, se refleja en la capacidad de su actuar, al poner en práctica su vivencia en valores. La persona debe generar el espacio para autoevaluarse con conciencia ética y desarrollar un pensamiento crítico, con la finalidad de regular su conducta en relación a sus semejantes.

Por último, la dimensión social. La vida en sociedad es connatural al crecimiento de la persona humana. Dotar a los estudiantes de habilidades sociales, es lograr el éxito de su rol en comunidad, ya que participarán activamente como investigadores de cualquier problemática.

Para lograr la madurez integral del alumno, hay que informarle no solo su avance académico, sino su avance integral en todas las áreas de su formación. De esa manera, se le motiva a atender y mejorar su potencial humano, y se orienta su interés por su desarrollo integral. No lo olvidemos.

 

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