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La familia y la economía

 

Acabamos de celebrar el Día de la Madre, y el domingo, 15 de mayo, se recuerda el Día Internacional de la Familia. El núcleo fundamental de la sociedad, que tiene a las madres entre sus integrantes, tiene también una influencia enorme en el bien común y la economía. Esto es lo que ha estudiado el profesor de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Rodolfo Castro Salinas.

El investigador del Instituto para el Matrimonio y la Familia de esta casa de estudios superiores es autor del estudio “Familia, economía y bien común: efectos de la transición demográfica. Un acercamiento desde las ciencias sociales”. Para hacerlo ha tomado como referencia diversas investigaciones, internacionales y nacionales, realizadas en torno al tema.

“La familia es un importante generador de capital humano, moral y social. Consecuentemente, es un factor clave en la determinación del uso de recursos, de la actividad y de las estructuras económicas”, indica.

Lo que lamenta, es que so pretexto de la modernidad, la familia ha sido socavada, muchas veces por los mismos gobiernos, dejando de ser una institución fuerte, bien entendida y promovida a ser una institución del pasado. No se tiene en cuenta que las consecuencias no solo son para la persona, sino también para la economía de las naciones.

“Desde un enfoque económico, el aporte de la familia es decisivo para lograr un auténtico desarrollo sostenible, dado que incrementa significativamente la capacidad de ahorro e inversión de las personas, diversifica y modera el consumo, reduce considerablemente los niveles de pobreza y es un factor determinante en la formación lo que, en términos económicos llaman, ‘capital humano’”, refiere.

NATALIDAD Y ENVEJECIMIENTO

“Una economía que funciona bien considera y responde a las demandas primarias de la familia y posibilita la justa distribución de los factores de producción, facilitando que sus miembros logren alcanzar una calidad de vida que les permita cubrir sus necesidades fundamentales”, señala Phillip Longman, reconocido investigador de la New America Foundation de Washington., autor del estudio “La cuna vacía”.

El mismo investigador ha advertido un grave problema que ya es mundial. Se trata de la reducción de las tasas de natalidad y el aumento de las de la población adulta mayor. La demografía nos muestra que esa falta de nacimiento de niños está afectando a las familias y por ende en la sociedad.

Con menos jóvenes (población económicamente activa) es imposible mantener la cantidad de mano de obra que los niveles de producción de los países necesitan, pero no solo es eso, sino también afecta a los sistemas de salud pública y jubilación, siendo este uno de los motivos por los que está subiendo la deuda social en los países con pocos jóvenes y muchos ancianos jubilados.

Esa situación ha hecho que algunos recurran a la migración para “repoblarse”. Pasa en Canadá y Europa, pero en otros países están recurriendo al aumento de los tributos para sus trabajadores o ampliando la edad de jubilación, para seguir recaudando fondos o reducir el pago de su deuda social, a costa de la sobreexplotación laboral.

“Algunos demógrafos han acuñado este fenómeno como la sociedad 4-2-1, en la que un hijo único se hace responsable de dos padres y cuatro ancianos. Es un problema serio y no lo estamos reconociendo. La baja de la natalidad se está dando tanto en países desarrollados como en los que no los son”, comenta el profesor Castro Salinas.

EL ROL DE LA MADRE

Un estudio difundido en la revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad de Elche, en 2013, indica que las familias han funcionado eficazmente como agentes proveedores de una especie de seguridad social “no reconocida” que protege y mantiene en buen estado la calidad de vida de la población, en especial gracias a la dedicación de las mujeres.

Por eso, agregan, que “es necesario considerar el trabajo doméstico de la mujer no solo como una tarea, sino que además se debería valorizar debido a su pluriactividad y diversificación. La contribución de este tipo de trabajo es fundamental en la economía –aunque difícil de medir–, pero no por ello inexistente”. En conclusión, las madres son grandes generadoras de bienestar familiar y social.

El investigador de la UCSP aclara que dichos argumentos no se refieren a familias monoparentales (con un solo progenitor) sino de familias unidas, porque de ese modo, el hombre y la mujer se benefician mutuamente al asumir un compromiso recíproco de ayuda y solidaridad, lo que les permite multiplicar las capacidades y posibilidades de conciliar sus responsabilidades en el hogar con las obligaciones laborales.

Señala, también que no se trata de la simple sumatoria de los sueldos de ambos cónyuges, sino más bien por el dinamismo de la propia relación conyugal que multiplica las capacidades posibilitando una conducta mucho más sana y productiva. Además, al haber mejores relaciones afectivas en el hogar, se incrementa el sentido de responsabilidad y compromiso con la familia, lo que, a su vez, se traduce en mayor productividad e identificación con el centro de trabajo.

Precisa que, las familias monoparentales, no son positivas. Por ejemplo, en un estudio publicado en la revista Demography de la Universidad de Duke se indica que el divorcio es un factor responsable de que entre el 20 y el 33% de las mujeres pasen a un estado de pobreza después del rompimiento con su pareja. Esto a su vez implica una mayor demanda de programas sociales, que tiene que ser costeados por los estados, para asistir a los integrantes de las familias separadas.

Por ejemplo, en Canadá, el Institute of Marriage and Family analizó el impacto económico del divorcio en la sociedad y determinó que en un año se destina más de 6 100 millones de dólares en un año para ayudar a las familias separadas.

MATRIMONIO O CONVIVENCIA

Ahora bien, indica el profesor Castro Salinas en su análisis, que diversos estudios advierten que varios sectores de la economía se activan considerablemente y tienden a prosperar cuando hombres y mujeres se casan y tienen hijos. Los matrimonios tienen una mejor situación económica en comparación con otros tipos de estructura familiar.

“La evidencia muestra que las parejas casadas en general tienden a compartir más sus remuneraciones, propiedades e inmuebles y reciben más ayuda de la familia extendida…En cambio en las que optan por la convivencia o unión libre, los niveles de compromiso son mucho menores. Ello expone a sus integrantes, es especial a los hijos, a mucha inestabilidad emocional y también económica aumentando la pobreza infantil”, comenta.

Según el Institute for the Study of Civil Society, las parejas que mantienen una relación de convivencia acumulan menos riqueza en comparación con las casadas. Muchos convivientes terminan su relación de manera prematura, pues tienen poca conciencia de compromiso y de que la fidelidad es un factor clave en la dinámica de la pareja.

Prof. Rodolfo Castro, investigador del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCSP.

 

El docente concluye indicando que las familias son como el termómetro de las sociedades: familias estables generan ciudadanos estables, familias fuertes constituyen sociedades fuertes. Y como se ha demostrado en el análisis del que sale esta nota, también hay una relación directa con la estabilidad económica, con la productividad de sus integrantes, su capacidad de ahorro, su estilo de vida, sus hábitos de consumo y su bienestar en general.

“Cuando los Estados disponen inadecuadamente sus recursos y capacidades y orientan sus políticas a debilitar la familia en lugar de fortalecerla, defenderla y promoverla, lo que hacen realmente es socavar el auténtico desarrollo haciéndolo inviable y perpetuando la pobreza considerablemente”, finaliza.

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