24 de julio, 2023
Imagen: Internet
Consecuencias para los menores
¿Cómo ha afectado el estado de emergencia, la cuarentena y aislamiento social para prevenir el contagio de la COVID-19? Es una pregunta que muchos padres de familia, educadores y el propio Gobierno deben hacerse, pues estos cambios pueden generar serios problemas emocionales e irreversibles a futuro. Es preciso corregir errores.
Thalia es una niña de solo 7 años de edad, que hasta antes de la pandemia pasaba unos fines de semana increíbles. De lunes a viernes seguía la rutina del colegio y las tareas, pero todos los sábados en la mañana iba a la escuela de natación y en las tardes sus padres la llevaban al centro comercial o lugares de entretenimiento. Los domingos los turnaba para visitar a su abuelita o ir al campo.
Pero esto acabó hace exactamente un año, cuando fue detectado el primer caso de COVID-19 en la región Arequipa. Desde entonces, su vida cambio. Sus salidas se redujeron a cero, el contacto con los amigos se limitó a una pantalla de celular y las caricias que tan acostumbrada estaba a brindar a sus seres queridos se redujeron a simples choques de puñitos.
Y es que, desde que el Gobierno decidió aplicar el estado de emergencia, la cuarentena y aislamiento social para prevenir el contagio del coronavirus, todos sentimos un cambio brusco en nuestras vidas y en ello especialmente sufrieron los niños, pues para protegerlos los padres les prohibieron salir de casa, suspendieron los juegos y espacios recreativos y los paseos por las calles o plazas.
La psicóloga Lucia Del Carmen Peraltilla Romero, especialista en formación en Familia, Salud Mental del Niño y del Adolescente, indica que los nuevos estilos de vida con los cuales seguimos conviviendo hasta el día de hoy, están generando estrés, problemas emocionales y de aprendizaje, que si no son tomados en cuenta pueden traer secuelas en los próximos años.
“Entre las consecuencias que pueden surgir están los trastornos de ansiedad y en el estado de ánimo, como la depresión, u otros como el miedo excesivo a salir al exterior. Estos pueden afectar al niño a pesar que tenga buen conocimiento de lo que está sucediendo”, dijo la especialista.
La también docente del Departamento de Psicología de la Universidad Católica San Pablo, precisó que este es el riesgo de ignorar el aspecto emocional causado por el aislamiento. Incluso, recalcó que, si el niño parece que está olvidándolo o mejorando, puede quedar como una experiencia traumática si no es procesada de forma adecuada.
Si bien el gobierno decidió continuar las clases virtuales para que los estudiantes puedan seguir el proceso de aprendizaje, esto también generó una sobrecarga en los menores que debían pasar algunas horas frente a un computador para aprender y luego, utilizar el mismo medio para presentar sus tareas, sin tomar en cuenta que al estar restringidos los pasatiempos al aire libre, podían sumergirse en juegos virtuales en sus celulares, tablets u otros medios.
“La sobrecarga puede limitar la imaginación e impulso por el aprendizaje en los niños y adolescentes. También puede generarles estrés porque se les exige que en un espacio pequeño estén pendientes de una pantalla, por clases y demás actividades” comentó la docente.
Peraltilla Romero explicó que los primeros signos de algunas afectaciones en los menores pueden ser demostrar irritabilidad, tristeza, llanto constante, confusión, alejamiento de la familia, entre otros.
En cualquiera de los casos, la psicóloga sugiere a los padres establecer horarios para las actividades de los niños, ya sea en el uso de la computadora, juegos de mesa en familia, deberes y obligaciones dentro del hogar.
“Trabajar en expresar lo que los menores sienten ayudará a que disminuyan sus niveles de ansiedad. En caso no quiera decirlo, tal vez pueda expresarse con gráficos, dibujo, cartas, escultura u otras formas. Eliminar la incertidumbre sobre lo que ocurre con información válida y evidencia también es bueno”, agregó.
Dijo que para disminuir la ansiedad en adolescentes, sobre qué es lo que va a ocurrir en el futuro, es importante tomar en cuenta su opinión respecto a lo que creen que va a ocurrir para que los padres les ayuden a desmentir ideas catastróficas.
“Explicarle al niño lo que está pasando, aclarárselo usando imágenes o noticias, ayuda a disminuir la ansiedad y el estrés. Además, es importante fomentar en casa espacios de diálogo en familia libre de dispositivos electrónicos. Estas actividades también afianzarán los vínculos entre padres e hijos que sumado a las actividades creativas en familia serán un importante soporte emocional”, acotó.
Peraltilla también lanzó una alerta. Consiste en si los padres identifican señales de alerta en el comportamiento de sus hijos y peor aún, las pasan por alto, los menores resolverán sus dudas con los pocos recursos que tienen a su disposición y sin la guía de la prudencia de los padres, lo que puede llevar a consecuencias no deseadas que afecten el desarrollo del niño o adolescente.
“Puede que se estanquen en estados emocionales como berrinches, mal humor o ansiedad, porque no está procesando bien sus emociones. Todos hemos pasado por una experiencia dolorosa y difícil, pero aprendemos de ella cuando la procesamos, implica entenderla, encontrar el aprendizaje de ella y superarla; no es olvidarla, es comprenderla y saber cómo me sirve para mejorar ahora y en el futuro”, puntualizó.
*Informe publicado en el diario El Pueblo del 8 de marzo, página 07.
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