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Más allá de la biología, nuestros cuerpos expresan el amor de Dios

Imagen: Internet

Verónica ChambiPor: Verónica Amparo Chambi Chambilla, docente asistente del Departamento de Humanidades de la Universidad Católica San Pablo. Licenciada en Administración de Negocios.

Cuántas veces escuchamos la frase “es mi cuerpo, yo decido o yo hago lo que deseo con él”. Una respuesta a esta idea muy repetida en este tiempo es la visión teológica de nuestros cuerpos. Esto significa que nuestro cuerpo es la manifestación de nuestra persona y no un simple instrumento del cual podemos servirnos a nuestro antojo. San Juan Pablo II decía “yo soy mi cuerpo”.

Cuando escuché por primera vez sobre la teología del cuerpo me parecía algún curso especializado propio de sacerdotes o seminaristas. No es así. El mensaje es para todos. Cuando logre comprender que mi cuerpo es teológico, y no solamente biológico, comprendí que es la expresión material del amor, de ser imagen y semejanza de Dios.

La teología del cuerpo es aproximarnos al misterio de nuestro creador a través de nuestros cuerpos sexuados que nos dicen algo de Dios. El que estén diseñados para la complementariedad y la fecundidad, confirma aquello que dijo Dios en el principio: “serán una sola carne”, “sed fecundos”. Entonces no es una parte de nosotros, somos nosotros mismos.

No podemos usar nuestros cuerpos como instrumentos para dar o recibir algo contrario al amor, porque la única actitud apropiada y válida para nosotros mismos y para los demás es el amor. Nuestras personas, varón y mujer, fueron creadas de tal manera que al unirse dicen algo del amor que hay entre el Padre y el Hijo o de Cristo por su iglesia.

Dios se hizo hombre, se hizo cuerpo para hacerse uno solo con nosotros, explicarnos quien es Él y quiénes somos nosotros. Jesús en la última cena dijo “tomad, comed: esto es mi cuerpo…” y cuando estaba en la cruz nos amó con su cuerpo que sangraba por nosotros. Se manifiesta todo el tiempo a través de signos visibles, nos sigue amando con su cuerpo a través de la Eucaristía y se expresa de forma material en nosotros a través de nuestros cuerpos.

Para concluir, cuando vemos al otro como “alguien” valoramos al cuerpo como imagen y semejanza de Dios, pero cuando lo vemos como “algo” lo apreciamos como materia que podemos usar o como un instrumento para servirnos a nuestro antojo. Solo las personas somos imagen y semejanza de Dios, y por lo tanto poseemos la capacidad de amar y ser amados. Es precisamente ello lo que debemos expresar con nuestros cuerpos, el amor.

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