19 de octubre, 2023
Foto: Ministerio del Ambiente.
Por: Benigno E. Sanz Sanz, docente de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica San Pablo, magíster en Planificación y gestión ambiental y doctor en Ciencias y tecnologías ambientales. Docente e investigador en Sostenibilidad económica circular, Simbiosis industrial y calidad ambiental.
Como país, hemos generado diversas oportunidades de crecimiento reguladas en lineamientos de política, organizados por objetivos prioritarios del Plan Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP). En el objetivo prioritario 9, se indica que tenemos la obligación de promover la sostenibilidad ambiental en la operación de actividades económicas con tres propósitos específicos: generar las condiciones, crear capacidades e instrumentos y generar soluciones sostenibles y más limpias para el desarrollo.
Si queremos entender el desarrollo en estos tiempos, no podemos desligarlo de la sostenibilidad. Esta tuvo una evolución a nuestra medida para alcanzar bienestar y satisfacción en la demanda de recursos naturales que, desde el utilitarismo, estamos moldeando a una cardinal relación conspicua y sinérgica entre crecimiento económico y desarrollo. Sólo desde 2015 entendimos que, para alcanzar este ansiado desarrollo, calculado a través de las dimensiones de los índices de desarrollo humano (IDH), se necesita de un alto desempeño, con el fin de superar obstáculos inherentes a nuestras praxis. Por tal razón, los líderes del mundo adoptaron 17 objetivos de desarrollo sostenible que, gracias al logro de esas metas programadas, el Perú tiene contemplados en el Plan Estratégico de Desarrollo Nacional a 2050, con cuatro objetivos nacionales, donde el primero se lleva el protagonismo por nuestra empatía como peruanos y es: “Alcanzar el pleno desarrollo de las capacidades de las personas sin dejar a nadie atrás”.
Somos un país megadiverso y nuestro territorio, nuestros ecosistemas, nos están dando una oportunidad más para crecer en sostenibilidad y sabemos que la montaña en sus venas, además de petróleo y acero como versa ese muy sonado vals, tiene una gran diversidad de minerales. Somos el segundo productor mundial de cobre y plata, el tercero en zinc, el cuarto en plomo, estaño, molibdeno y andalucita-cianita, el quinto en diatomita y el octavo productor de oro. Así en 2020, la presencia del sector minero a nivel geográfico estaba en 993 unidades mineras activas, 671 de las cuales realizaban labores de explotación y el resto de exploración, ocupando a la fecha el 1,23 % de la superficie del país. Esto significa un volumen de producción minero-metálica entre el período 2009-2019, con un crecimiento acumulado importante: molibdeno (78 %), hierro (77 %), cobre (75 %), entre otros.
Evidentemente, con este aumento de materiales movilizados, también aumentan las presiones sobre el medio ambiente en agua, aire, suelo, impacto en la salud; dejando pasivos ambientales mineros y provocando conflictos sociales. Sin embargo, con una categórica evaluación del desempeño ambiental y su respectivo plan de acción, el Perú junto a la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía han logrado importantes avances en economía, sociedad y ambiente, cooperación y compromisos internacionales, gestión de residuos y sustancias químicas, agua, aire y biodiversidad. Se ha priorizado los sectores agropecuario, silvicultura, pesca y recursos hidrobiológicos con 735 acciones estratégicas monitoreadas por la Dirección General de Educación, Ciudadanía e Información Ambiental (DGECIA) y el MINAM, a través del Grupo de Trabajo Sectorial creado mediante la Resolución Ministerial nro. 384-2018-MINAM, de noviembre de 2018, con el fin de tener una instancia de coordinación y articulación del sector de ambiente para el cumplimiento de las recomendaciones de la evaluación del desempeño ambiental.
Es innegable esta gran oportunidad evidenciada, por ejemplo, en febrero de este año, donde el PBI minero metálico aumentó 2,5 % en comparación a febrero de 2022. A la fecha, la minería moderna aportó S/15,848 millones en tributación (impuesto a la renta, canon, regalías mineras) y ha generado alrededor de 271 000 puestos de trabajo directo, dinamizando nuestra economía.
Desde la famosa teoría del valor del trabajo de Adam Smith hasta el popular libro Cradle to Cradle: Remaking The Way We Make Things de William McDonough, considerado por algunos como el padre de la economía circular; nuestro país con todos sus actores estamos entendiendo, debo escribir muy a pesar mío “a tropezones” pero al fin y al cabo (destacando estos conectores recapitulativos), que seguiremos fortaleciendo el DESARROLLO AMBIENTAL, sólo si mostramos una participación ciudadana responsable enmarcada en el Principio 10 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que busca asegurar que toda persona tenga acceso a la información, participe en la toma de decisiones y acceda a la justicia en asuntos ambientales, con el fin de garantizar el derecho a un medio ambiente sano y sostenible para las generaciones presentes y futuras. Oportunidad que sólo la obtendremos, y lo remarco, “de esos ecosistemas llenos de minerales” y de la oportunidad que tenemos de aquellos beneficios económicos, sociales y ambientales, directos e indirectos, que las personas obtienen del buen funcionamiento de los ecosistemas, los servicios ambientales, que nos brinda la naturaleza y su explotación responsable.
Expresado esto, podemos sellar entonces que la oportunidad de gestionar un país megadiverso nos impulsa a planificar con “mega-responsabilidad”, donde la interdisciplinariedad y la transectorialidad, el ejercicio de nuestro derecho a la participación ciudadana y la sostenibilidad en acciones descentralizadas nos permitirán seguir fortaleciendo la institucionalidad del desarrollo ambiental, con el apoyo de las buenas prácticas de las principales actividades económicas de nuestro país, por ejemplo la minería.
Benigno E. Sanz Sanz, docente de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica San Pablo
Leer la revista completa AQUÍ: https://www.camara-arequipa.org.pe/erpccia/public/archivos/revistas/revista_setiembre_2023.pdf
*Artículo publicado en la edición 37 de la revista de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa.
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