10 de agosto, 2023
Una de las preocupaciones más comunes de los padres de familia en esta época de vacaciones escolares es el excesivo tiempo que los hijos dedican a las redes sociales y a la tecnología.
Hay autores como Pereira, Oros, Sicalo y Chico Robles que nos indican de los efectos desfavorables asociados a la exposición a pantallas de los niños desde temprana edad, incluso con contenidos supuestamente adecuados para ellos.
A nivel físico se genera sedentarismo y riesgos asociados, poca ventilación y oxigenación, poco desarrollo de la fuerza muscular. A nivel cognitivo: sobre estimulación de la atención o la memoria. A nivel psicológico: falta de control de impulsos, dificultad para resolver el aburrimiento, para el manejo adecuado del ocio, la necesidad del contacto con la naturaleza para lograr efectos de relajación y a nivel social, la falta de entrenamiento en habilidades sociales, que sólo se logra en contacto con los otros y desatención a actividades culturales enriquecedoras.
Se calcula que los niños en esta etapa vacacional pasan entre tres a nueve horas diarias frente a los diversos tipos de ‘pantallas’. Es fácil establecer los posibles daños en el ámbito neuro-psico-emocional, y el descuido de las interacciones sociales y familiares.
Las adicciones tecnológicas generan: Sentimientos de soledad y falta de amigos cercanos. Introversión y timidez, baja autoestima, tendencia a la distracción. Depresión, falta de comunicación familiar, búsqueda de emociones fuertes y situaciones novedosas. Interés obsesivo por la vida ajena…
¿Cuáles son los síntomas de las adicciones tecnológicas? Necesidad de pasar cada vez más tiempo conectado a internet, dificultad para controlar o disminuir su uso, aislamiento pérdida de interés por horarios de comida, de sueño, pérdida de interés por entretenimientos que antes generaban disfrute, recurrir a la mentira para esconder o justificar la conducta adictiva y síndrome de abstinencia, es decir sensaciones físicas y emocionales desagradables que surgen cuando se interrumpe o reduce su exposición a internet, a las aplicaciones de celular.
¿Qué podemos hacer frente a estos casos? Limitar el tiempo frente a la pantalla para permitir que haya tiempo suficiente para jugar de forma interactiva con el mundo real, Usar la tecnología como una herramienta activa y participativa para expandir el aprendizaje. Las tecnologías puede ser un recurso educativo, recreativo y cultural cuando es utilizada de forma responsable e inteligente, establecer límites claros. Retardar la edad de posesión del teléfono móvil, ser buen ejemplo, promover entretenimientos alternativos, juegos de mesa, salidas al aire libre, etc.
El aburrimiento no debemos dejarlo sin atender, ya que es una señal de que la curiosidad necesita ser atendida” (Pereira y otros). Hay que ser creativos y entrenarnos para disfrutar las infinitas posibilidades que hoy se nos ofrecen. Más que la actividad en sí, los hijos deben sentirse atraídos por el entusiasmo de sus padres en hacer algo. Si sólo dependemos de la pantalla para resolver el aburrimiento, es señal que estamos desperdiciando nuestra capacidad creativa.
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