Centro de Pensamiento Social Católico

Stefano Fontana (*)

Se ha llevado a cabo en los últimos días en Roma una gran conferencia internacional sobre la Pacem in terris organizada por el Pontificio Consejo Justicia y Paz (2-4 de octubre 2013). Asimismo, en los próximos días saldrá en librería un libro de nuestro Observatorio de una serie que conmemorará esta importante encíclica y de lo cual después hablaremos más ampliamente. Como vemos, estamos en plenas actividades por el cincuentenario de la publicación de la Encíclica (1963-2013) de Juan XXIII, y por eso se están realizando conmemoraciones como éstas que incluyen la publicación de libros y artículos.

En general, las lecturas y relecturas de la encíclica, con motivo de su cincuentenario, han insistido en las novedades presentes en laPacem in terris en comparación con las posiciones expresadas por la Iglesia anteriormente. Y novedades hay muchas en la encíclica: desde la preocupación por los pueblos que encaran la independencia, hasta la cuestión social de la mujer. Es justo resaltar estas novedades porque la Doctrina social de la Iglesia es el encuentro del Evangelio con los nuevos problemas que la comunidad humana debe enfrentar siempre. Sabemos muy bien que la Doctrina social de la Iglesia tiene unidos elementos de novedad y de continuidad. Por esta razón, y con el fin de honrarla plenamente, deberíamos destacar también los elementos de continuidad, junto a las novedades. Sin embargo esto no se hace, o se hace poco. Lo que ocurre es que a veces las interpretaciones sobre la encíclica son desbalanceadas y transmiten la idea de que la más reciente encíclica es más verdadera que la anterior porque dice cosas más nuevas. Esta es la actitud de los “innovadores”, contra la cual precisamente se protegía León XIII.

Si volvemos a leer con atención la Pacem in terris encontraremos, junto a las muchas novedades, también una doctrina de “siempre”. Es esta doctrina de siempre la que ilumina las novedades. La Doctrina social de la Iglesia no es una crónica de hechos nuevos, sino que los interpreta a la luz de la doctrina de siempre.

Juan XXIII habla de “orden social” (n. 1), habla de Dios como fundamento del orden social en cuanto se trata de un orden moral (n. 20), Dice que la autoridad viene de Dios ya que quién ejerce la autoridad lo hace como participación en la autoridad de Dios (nn. 27 y 29), dice que el bien común debe incluir la referencia a Dios y no puede ser entendido sólo en sentido horizontal (n. 35.); dice que el diálogo con los no creyentes se basa en la ley natural y que nunca se deben hacer concesiones en materia de fe y moral (n. 82).

Entonces, además de resaltar las novedades de la encíclica sobre el tema de la paz, novedad sin duda importante, también habría que decir, repasando la encíclica en su cincuentenario, que para Juan XXIII la actividad social y política debe respetar el orden social creado por Dios, que también en democracia la autoridad proviene últimamente de Dios y no del pueblo soberano, que no hay bien común sin el bien de la religión cristiana: «el bien común deba procurarse por tales vías y con tales medios que no sólo no pongan obstáculos a la salvación eterna del hombre, sino que, por el contrario, le ayuden a conseguirla» (n. 59). Sin embargo sobre estas cosas se dice menos, porque serían chocantes para los contemporáneos. Pero, al decir menos se corre el riesgo de perder la continuidad de Juan XXIII con Pío XII y con toda la tradición de la Doctrina social de la Iglesia.

(*) Director del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia

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Este artículo es reproducido por el Centro de Pensamiento Social Católico en el marco del convenio de colaboración entre la Universidad Católica San Pablo y el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia.