Instituto   para el Matrimonio y la Familia
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DOMINIO DE SÍ

El día 29 de setiembre del presente año 2023, una joven de 18 años fue apuñalada en las instalaciones de una universidad. La ferocidad del homicidio perpetrado por su joven pareja conmocionó a toda la comunidad universitaria y a la ciudad de Arequipa. Pocos días después, se reportaron dos casos: Una enfermera murió apuñalada y otra extranjera fue estrangulada. Dichos acontecimientos han llamado la atención y preocupación de chicos y grandes, creyentes y no creyentes, sin embargo, estos hechos no pueden quedar en el olvido ni deben repetirse. Ciertamente no es motivo para recriminar a la Universidad. Fue un día de clases que terminó en una tragedia.

La ola de violencia física, emocional y verbal que se manifiesta en la sociedad podría indicar una debilidad en la formación de la persona. Nada en el mundo puede conceder el permiso a un cónyuge para basar su relación en el miedo y en la violencia, sin embargo, sucede con frecuencia. La relación familiar se basa en reconocer el valor del otro y amarse es la base para crear una relación sana y entre iguales. De ahí que educar a los hijos en la virtud es un tema actual, sin embargo, nuestro tiempo valora desmedidamente la técnica, de tal modo que, para todo problema debe haber una solución técnica. Son muchos los padres de familia que acuden al colegio, al asesor, a un curso de orientación familiar, o a un sacerdote, en busca de recetas para sacar adelante a los hijos. En realidad, no las hay.

Ante estos hechos dramáticos y violentos, en jóvenes y adultos, urge la pregunta sobre la función de la familia: ¿Dónde está la familia?, ¿Cuál es su aporte en la educación de los jóvenes?, ¿la familia es lugar de humanización?, ¿Qué es lo que puede salvar a la humanidad? Todavía podemos preguntarnos: la familia, ¿es fuente de vicios o de virtudes sociales?

Existen aspectos negativos y defectos en la familia, nadie lo puede negar. Pero quien solo enfatice los aspectos negativos de la familia y los culpe como lugar de males sociales, hace falsas acusaciones porque imputa a la familia males que están radicadas en otro lugar. Con esto se comete el error de confundir las responsabilidades. La familia sigue siendo la célula básica de la sociedad y lugar propio de la humanización. Los datos históricos muestran cómo las sociedades que han valorado la familia como fuente de virtudes sociales han sobrevivido y han creado una civilización.

San Juan Pablo II, en el año 1980, había dado la respuesta contundente: «El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia». Ya que hablar de la familia es hablar de vida, de educación, de transmisión de tradiciones, de valores, que pueden ser éticos, sociales, espirituales; es hablar de amor, de solidaridad, de acogimiento y compañía, de estabilidad personal y social; es hablar de una comunidad de generaciones que comprende a los hijos, padres y abuelos.

La misión de la familia cristiana en el mundo actual es ser sal, luz y fermento. Esta misión la realiza en medio de muchas presiones y persecuciones: humillaciones y angustias a causa de la pobreza, el desempleo, la enfermedad y el exilio, las migraciones, trata de niños, adolescentes, la pornografía y prostitución, las guerras. En este sentido, la familia peregrina en este valle de lágrimas «entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios», como afirma san Agustín de la Iglesia.

La familia para ser luz debe seguir educando a sus hijos en la virtud. No es cierto que la familia sea fuente de vicios, ella es fuente de virtudes. Y la virtud es necesaria no solo para la armonía familiar, también, para la sociedad, pues, para una convivencia pacífica y solidaria en la sociedad hace falta que te sus ciudadanos sean virtuosos, ya que la virtud es un hábito bueno que se adquiere por repetición de actos y son permanentes, el cual, hace bueno a la persona que la posee y a sus obras.

Uno de los retos de la familia es educar a los hijos en el dominio de sí y en la capacidad de sufrimiento. No es un masoquismo sino la capacidad de «cargar la cruz y seguir a Jesús» (Mt 16,21-27), en los diversos acontecimientos de la vida cotidiana, incluso en las contrariedades (como las decepciones amorosas). Esto significa obrar guiados por la virtud y no por las pasiones como la tristeza, la desesperación, el temor, la ira, el odio. La falta de capacidad de sufrimiento conduce a la incapacidad de canalizar bien la frustración.

También los vicios se arraigan por la repetición de actos. Por ejemplo, si un niño constantemente descuida sus deberes pronto adquirirá una actitud irresponsable; molestar a los demás constantemente puede acabar insensibilizando ante los problemas ajenos o el bulling, que es una forma de violencia. Muchas veces los niños son impulsivos y se dejan llevar por sus emociones. Es importante que los padres les enseñen a controlar sus impulsos y a actuar de acuerdo con sus valores.

Necesitamos aprender a controlar nuestros impulsos, en eso consiste aprender a conducirse como hombre, esto es, humanizarse: la persona que no es capaz de controlarse a sí mismo, de tener dominio de sí, no puede amar. La libertad personal consiste en tener dominio de sí.

El Papa Francisco, en su exhortación apostólica post-sinodal Amoris laetitia, sobre el amor en la familia, número 92, plasma una profunda reflexión acerca de cómo actuar con paciencia y no por impulsos propios en las relaciones interpersonales: «El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que solo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad. Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos, y la familia se volverá un campo de batalla. Por eso, la Palabra de Dios nos exhorta: Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad (Ef 4,31)».

 

P. Dr. Walter Soto De la Cruz
Doctor en Sagrada Teología
Por la Facultad de Teología Redemptoris Mater de Callao
Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunta y
profesor de la Escuela de Postgrado UCSP

 

Referencias bibliográficas:
Papa Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia, sobre el amor en la familia, Paulinas, Lima 2016.
Pierpaolo Donati, La familia como raíz de la sociedad, BAC, Madrid 2013.

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