Instituto   para el Matrimonio y la Familia
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Efectos de la cuarentena sobre la salud mental de adulto mayor

El mundo vive una situación excepcional por la enfermedad del coronavirus (COVID-19), durante meses venimos conviviendo con alarmantes estadísticas que nos reportan casos confirmados de contagio y fallecimientos, generando incertidumbre y una experiencia de vulnerabilidad al enfrentarnos a una enfermedad con tan altos niveles de contagio y que es letal. Naturalmente las medidas tomadas para reducir el riesgo de infección han sido necesarias pero inéditas, enfrentándonos a un cambio drástico en cuanto a las dinámicas relacionales, alterando nuestras rutinas familiares y sociales, separándonos en muchos casos de nuestros seres queridos, generándonos una sensación de pérdida de la propia libertad.

 

La comunidad científica se ha movilizado en respuesta a las demandas de la sociedad, analizando las características clínicas y epidemiológicas de la enfermedad, así como el incremento de afecciones psicológicas que si bien son transversales a toda la población, aunque es pronto para poder evaluar los efectos de esta sindemia, se hacen ya evidentes los sentimientos de miedo, ansiedad, frustración, desesperanza, aburrimiento y soledad; presentado con especial incidencia en poblaciones específicas como el personal de salud, los niños y los adultos mayores, en estos últimos asociada a su mayor fragilidad para enfrentar la enfermedad, muchas veces dependientes del apoyo familiar y social y menos flexibles a los cambios.

 

La extensa duración de la cuarentena y las particulares restricciones a los adultos mayores parecen verse relacionadas con conductas de evitación y enojo, la pérdida de sus rutinas habituales y la consecuente reducción de sus contactos sociales y físicos acrecientan la sensación de soledad; situación de especial interés ya que contamos con evidencia que señala que el aislamiento social representa un factor de riesgo a la salud y la calidad de vida en los adultos mayores de 60, comparable a otros ya conocidos como por ejemplo la presión arterial alta, el tabaquismo u obesidad, particularmente entre poblaciones que viven en condiciones precarias, poseen escasos recursos y con acceso limitado a los servicios sociales y de salud, realidad lastimosamente frecuente en nuestro país.

 

Las pérdidas económicas no han sido ajenas a nuestros adultos mayores, muchos de ellos en actividad laboral han experimentado la pérdida de sus ingresos y seguridad laboral. Un estudio realizado en nuestro país en torno al impacto de la pandemia sobre el comportamiento de pago de las deudas señala que en el último año existe un incremento de deuda y con atrasos mayores a 30 días en el rango de edad de 65 años a más, muestra de que las personas mayores han adquirido deudas para apoyar a familiares que han perdido sus ingresos recurrentes. La pérdida financiera ha generado graves problemas socioeconómicos y directa relación con afectaciones psicológicas como la experiencia constante de ira, ansiedad y síntomas depresivos.

 

Es claro que existe una relación entre la extensión del confinamiento y el riesgo de repercusiones psicológicas negativas, por tanto, las decisiones respecto a la cuarentena deben considerar esta evidencia, flexibilizando las restricciones sin abandonar la comunicación de recomendaciones de autocuidado y responsabilidad, difundiendo información veraz y actualizada. Nuestros adultos mayores son posiblemente los usuarios que con mayor frecuencia y constancia recurren al sistema de salud, oportunidad que puede ser aprovechada por los profesionales para identificar oportunamente, prevenir o mitigar los efectos adversos para salud mental del aislamiento social. En cuanto al núcleo más cercano, es fundamental promover la realización de ejercicios físicos aeróbicos, anaeróbicos y de equilibro, organización de rutinas familiares que propongan actividades colaborativas, actividades mentales estimulantes y cognitivamente exigentes, una periodicidad vigilia-sueño estable y saludable, practica de aficiones, apreciación y expresión artística, participación en actividades sociales a través de medios digitales como Centro del Adulto Mayor, organizaciones parroquiales así como facilitarles los canales de comunicación con amistades y familiares.

Finalmente tenemos una invitación a acoger este particular evento en la historia de la humanidad con misericordia y gratitud hacia los más frágiles, volviendo los ojos a nuestros adultos mayores, escuchando con atención sus inquietudes, validando sus sentimientos y asegurándoles un clima de seguridad y acogimiento, promoviendo la calma, los lazos de comunicación y cariño y por sobre todo, la esperanza.

 

Mag. Gabriela Ladid Cáceres Luna

Directora del Centro de Investigación en Psicología

Universidad Católica San Pablo

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