Array ( [0] => Array ( [description] => Creo firmemente en el talento de toda persona. Creo firmemente en el potencial de todos de ser líder. Bajo esta forma de pensar, me he sentado a observar a mí alrededor y me he preguntado constantemente ¿Cómo es que ser líder parece tan fácil para algunos? ¿Cómo es que pareciera ser un verdadero desafío para otros? Encontré una respuesta y la llamé como el título de este artículo. Para poder explicarlo les quiero compartir una pequeña historia. Había una vez un empresario muy exitoso, había emprendido muy joven con su negocio, y en el transcurso de los años se había ganado la reputación, el respeto y la admiración de toda la gente del pueblo. Junto a él, durante los últimos años había tenido a su hijo mayor como mano derecho, enseñándole todo sobre la dirección de la empresa. Hasta que llegó el día del retiro del empresario, fue despedido en una gran fiesta entre los aplausos de todos. Su hijo confiado de todo lo que había aprendido, tomó con entusiasmo su papel de director de la empresa. Poco a poco, en el transcurso de los años, su entusiasmo fue bajando, el negocio no iba mal pero tampoco excelente. Estaba cansado de los problemas, las emergencias, las nuevas necesidades que iban surgiendo. Observar a su padre durante años le había ayudado a superar todo, sin embargo, nuevos desafíos aparecían y las emergencias se daban cada vez con más frecuencia. Desde afuera; nadie más lo notaba, parecía que todo estaba bien, pero él si lo sabía, la empresa no duraría mucho tiempo más así. En busca de respuestas, decidió ir a buscar a su padre. El anciano se había mudado a una pequeña casa en el campo luego de su retiro. Al llegar, lo encontró regando un pequeño huerto en la parte de atrás. Al preguntarle que hacía este le respondió, con una sonrisa en el rostro: Cuidando mi nuevo proyecto, hijo. Al escucharlo el hijo se desmoronó, como lo haces le preguntó, como puedes estar tan tranquilo. Cuando dirigías la empresa, siempre estabas así. No importaba lo que pasaba, ahí estabas tú sacando las cosas adelante. Todos te admirábamos, quería estar en tu lugar y ahora que lo estoy, siento que no puedo más. Por favor, dime tu secreto. El anciano lo miró enternecido y le respondió: Sin importar lo que pase, sin importar el día que tenga. Aunque sea un instante me detengo, y recuerdo para qué estoy aquí. En mis motivos, encuentro mi lugar. Y en mi lugar encuentro lo que necesito ser y hacer cada día. Encuentra los tuyos, y no los olvides ni un solo día de tu vida. ¿Qué diferenciaba al anciano del joven director? ¿Qué hizo que el segundo admirara tanto al primero? Para mí, el anciano representa al primer grupo de personas que mencioné al inicio, en las que pareciera que el liderazgo es fácil, como innato o como un talento dentro de ellos. El joven director, por el contrario, representa al segundo grupo, para los que tan fácil no ha sido o sigue no siendo, ocupando o no un cargo que en teoría represente liderazgo. Mi teoría es que los primeros, están mucho más conectados con sus verdaderos motivos, con lo que valoran o lo que es realmente importante para ellos. Esa es la fuerza guerrera que los mueve hacía sus metas, inspirando a los que los rodean a hacer lo mismo. Pero no se quedan ahí, reconocen el protagonismo que tienen en que sus metas se cumplan, saben que dependen de ellos más que de nadie, por eso siempre están actuando, siempre empujando hacia adelante. Como el anciano en el cuento esta es la primera reflexión que les quiero dejar además de invitarlos a responder ¿Conoces tus verdaderos motivos? Si es así te das el tiempo de recordarlos cada día aunque sea un instante, o los tienes guardados en una pequeña caja a la recurres solo de vez en cuando. No lo hagas, saca tu fuerza guerrera y llévala contigo en cada acción que hagas. Te aseguro que las cosas serán diferentes. La segunda reflexión que quiero compartir con ustedes, complementado la anterior y más conectada con el título del presente, va sobre todo para aquellos que buscan ser verdaderos líderes. Y es el de hacer de su liderazgo una verdadera vocación y no un trabajo. Me explico, pensemos en un abogado, un doctor, un maestro o la profesión que prefieran. Han visto que en estos rubros y en muchos más encontramos por un lado a personas sumamente motivadas, conectadas con sus actividades, disfrutándolo, siendo cada vez mejor y por el otro, a personas cansadas, agotadas, desmotivadas, dando el mínimo. Les podríamos preguntar a qué se debe su forma de ser y lo más probable es que los primeros respondan, amo lo que hago, es mi vocación, es mi pasión. Mientras los segundos respondan no me gusta, estoy aquí porque es mi trabajo, necesito dinero. Siento que el liderazgo como competencia fundamental a desarrollar en nuestra sociedad, está corriendo el peligro de ser asumido como un trabajo más, bajo la acepción negativa antes explicada. Como el curso que tienes que llevar, como el conjunto de competencia obligatorias que debes de tener para tener éxito, como el cartón que te da un extra en tu curriculum, como una obligación más en tu ámbito laboral. Al contrario de esto, para que el liderazgo sea real y constante, vívelo como una verdadera vocación, como ese sentir en tu interior que te lleva a adoptarlo como un estilo de vida. Con pasión, con amor, con esfuerzo y dedicación. Has consciente que ese liderazgo te llevará realmente al cumplimiento de tus metas, de tus sueños y de tus más profundas aspiraciones. Y más bello aún, inspirarás en el camino a otros a lograr lo mismo. Tip para conseguirlo, conéctalo con tus motivos profundos, de esos que hablábamos anteriormente. Y como el sabio anciano le dijo al joven director, date el tiempo de recordarlos cada día de tu vida, aunque sea un instante. Conviértelos en tus propias baterías ilimitadas, esas que te llevan hasta el infinito y más allá. Escrito por: Srta. Paola Elizabeth Gutiérrez Montoya Coach Certificado por la International Association of Coaching Institutes y la Human Coaching Network. Bachiller en Derecho de la Universidad Católica San Pablo [link] => [link_config] => Array ( [size] => [weight] => [color] => [fill] => [icon] => arrow [enable_popup] => [popup_content] => [popup_css] => ) ) )
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Su hijo confiado de todo lo que había aprendido, tomó con entusiasmo su papel de director de la empresa. Poco a poco, en el transcurso de los años, su entusiasmo fue bajando, el negocio no iba mal pero tampoco excelente. Estaba cansado de los problemas, las emergencias, las nuevas necesidades que iban surgiendo. Observar a su padre durante años le había ayudado a superar todo, sin embargo, nuevos desafíos aparecían y las emergencias se daban cada vez con más frecuencia. Desde afuera; nadie más lo notaba, parecía que todo estaba bien, pero él si lo sabía, la empresa no duraría mucho tiempo más así. En busca de respuestas, decidió ir a buscar a su padre. El anciano se había mudado a una pequeña casa en el campo luego de su retiro. Al llegar, lo encontró regando un pequeño huerto en la parte de atrás. Al preguntarle que hacía este le respondió, con una sonrisa en el rostro: Cuidando mi nuevo proyecto, hijo. Al escucharlo el hijo se desmoronó, como lo haces le preguntó, como puedes estar tan tranquilo. Cuando dirigías la empresa, siempre estabas así. No importaba lo que pasaba, ahí estabas tú sacando las cosas adelante. Todos te admirábamos, quería estar en tu lugar y ahora que lo estoy, siento que no puedo más. Por favor, dime tu secreto. El anciano lo miró enternecido y le respondió: Sin importar lo que pase, sin importar el día que tenga. Aunque sea un instante me detengo, y recuerdo para qué estoy aquí. En mis motivos, encuentro mi lugar. Y en mi lugar encuentro lo que necesito ser y hacer cada día. Encuentra los tuyos, y no los olvides ni un solo día de tu vida. ¿Qué diferenciaba al anciano del joven director? ¿Qué hizo que el segundo admirara tanto al primero? Para mí, el anciano representa al primer grupo de personas que mencioné al inicio, en las que pareciera que el liderazgo es fácil, como innato o como un talento dentro de ellos. El joven director, por el contrario, representa al segundo grupo, para los que tan fácil no ha sido o sigue no siendo, ocupando o no un cargo que en teoría represente liderazgo. Mi teoría es que los primeros, están mucho más conectados con sus verdaderos motivos, con lo que valoran o lo que es realmente importante para ellos. Esa es la fuerza guerrera que los mueve hacía sus metas, inspirando a los que los rodean a hacer lo mismo. Pero no se quedan ahí, reconocen el protagonismo que tienen en que sus metas se cumplan, saben que dependen de ellos más que de nadie, por eso siempre están actuando, siempre empujando hacia adelante. Como el anciano en el cuento esta es la primera reflexión que les quiero dejar además de invitarlos a responder ¿Conoces tus verdaderos motivos? Si es así te das el tiempo de recordarlos cada día aunque sea un instante, o los tienes guardados en una pequeña caja a la recurres solo de vez en cuando. 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Siento que el liderazgo como competencia fundamental a desarrollar en nuestra sociedad, está corriendo el peligro de ser asumido como un trabajo más, bajo la acepción negativa antes explicada. Como el curso que tienes que llevar, como el conjunto de competencia obligatorias que debes de tener para tener éxito, como el cartón que te da un extra en tu curriculum, como una obligación más en tu ámbito laboral. Al contrario de esto, para que el liderazgo sea real y constante, vívelo como una verdadera vocación, como ese sentir en tu interior que te lleva a adoptarlo como un estilo de vida. Con pasión, con amor, con esfuerzo y dedicación. Has consciente que ese liderazgo te llevará realmente al cumplimiento de tus metas, de tus sueños y de tus más profundas aspiraciones. Y más bello aún, inspirarás en el camino a otros a lograr lo mismo. Tip para conseguirlo, conéctalo con tus motivos profundos, de esos que hablábamos anteriormente. 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Escrito por: Srta. Paola Elizabeth Gutiérrez Montoya Coach Certificado por la International Association of Coaching Institutes y la Human Coaching Network. Bachiller en Derecho de la Universidad Católica San Pablo
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