«Seamos quienes somos, seámoslo siempre»
Seamos quienes somos, seámoslo siempre

Foto: eldecidor.com.mx
Por: Mgtr. Javier Gutiérrez Fernández-Cuervo, asistente de información política del Centro de Gobierno José Luis Bustamante y Rivero de la Universidad Católica San Pablo, filósofo y experto en didáctica de las Ciencias Sociales y Políticas.
Estamos a puertas de unas nuevas elecciones y muchos partidos comienzan a hacer públicas sus candidaturas para el Congreso de la República. Pronto nuestras ciudades se llenarán de carteles publicitarios, eslóganes, canciones y demás parafernalias. Y en todas ellas, algo común: promesas y propuestas más o menos realistas, más o menos reflexionadas y más o menos financiadas. Pero, sinceramente, frente al descrédito político en el que vivimos hoy, ¿cómo creer en alguien? ¿Cómo pensar si quiera en detenernos a escuchar el plan legislador de alguien en quien no confiamos?
Es necesario ir más profundo y retornar a la raíz del problema. No creemos en los políticos del mismo modo que los vecinos de Pedro dejaron de creer en él con el cuento de “que viene el lobo, que viene el lobo”. No es que la población peruana sea así o asá, descreída o ignorante… es que está obligada a votar por algo en lo que ha perdido la fe, y con razón.
Los escándalos de corrupción, las rupturas de alianzas y las nuevas alianzas y realianzas congresales han demostrado que lo que se dice en campaña no se deja ver, ni de lejos, en la realidad política posterior. Sólo recordar la foto de Kuczynski abrazado de Vizcarra y Aráoz, y ver en qué han quedado esas sonrisas y estrechos gestos de amistad en tan poco tiempo, es uno de los ejemplos más representativos de todos pero, ¿acaso no ha pasado lo mismo con el resto de los políticos y sus electores?
Queremos políticos buenos, pero se nos olvida que el bien es inseparable de la verdad y que, por tanto, lo que queremos son políticos que comuniquen la verdad. Se requiere dejar atrás las viejas estrategias marketeras, las cirugías estéticas del quirófano y el Photoshop y hablar con la verdad, que no es otra cosa que la adecuación del intelecto a la realidad, ¡la realidad!
¿Tienes realmente definida una posición personal respecto a algo polémico? ¡Dilo enserio, claro y sin roche! ¿Por qué vivir sometido a lo políticamente correcto para un año de beneficio congresal? Ni siquiera van a disfrutar de 5 años de ganancia, así que no vale la pena. “Las mentiras tienen patitas cortas” suele decir mi suegra, y con razón. No se puede sostener el engaño, porque el engañado se harta y tienes que vivir engañando a un nuevo e iluso electorado cada poco tiempo.
¿No tienes, realmente, un plan estructurado para tal tema, sino solo una idea, pero esta la defiendes a muerte porque es muy buena? Dilo, sé realista, no infles cifras y te escucharán porque será un mensaje nuevo, que no rezume podredumbre y pestilencia. Y tu público sabrá que se trata de un proceso, no de un mesianismo; y no se sentirá después engañado, porque no lo habrá sido.
Retornemos a la verdad, que se manifiesta en el realismo, humildad y sinceridad de los candidatos. Seamos honestos, libres de las ataduras del engaño y la falsedad. Seamos quienes somos, seámoslo siempre.