Pocas palabras bastaba cruzar con don Eusebio para saber que ese don estaba bien puesto. El modo como abordaba la conversación te daba rápidamente la idea de que estabas frente a alguien que no dejaba pasar las cosas sin más, sino que las pensaba con delicadeza. Que estabas frente a un verdadero señor, cortés y sencillo en su trato.