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Construyamos nuestro proyecto de vida

 

Por: Dr. Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo.

Hace poco hemos dado inicio al año académico. Este es un tiempo propicio para que los profesores y los padres de familia orientemos a los niños y jóvenes a que, de manera sencilla, vayan entrenándose en la formulación del proyecto de vida. Para este fin, ayuda mucho tener una idea clara de que el tiempo es un regalo de Dios. Si el tiempo fuera un objeto, vendría con una tarjeta que diría: “disfrútalo sin prisa. Vívelo en el aquí y en el ahora. Míralo, tócalo, saboréalo, escúchalo. No lo desperdicies”.

Lo importante es que, desde pequeños, los niños sean conscientes del tiempo y de su valor. Un dicho antiguo dice que ‘el tiempo es oro’. No podemos desperdiciarlo, sino que debemos administrarlo con sensatez y prudencia. Hay que hacerles entender, de acuerdo a su madurez, que Dios, el dueño del tiempo y de la vida, es quien nos lo da gratuitamente, que está hecho a su medida. No es mucho, ni poco. Es suficiente y deben aprovéchalo.

En esta reflexión sobre el tiempo es importante que descubran que solo nosotros, las personas humanas, somos conscientes del tiempo; porque sólo nosotros tenemos idea de lo infinito. El tiempo es la materia de la que está hecha la vida humana.

El tiempo es lo más valioso y nos corresponde administrarlo, cuidando las condiciones para aprovecharlo bien. Para ello debemos tener muy claro tres cosas:

1.- El sentido de propósito. En el caso de nuestros alumnos: aprender. Para ello deben esforzarse y dedicar el tiempo necesario para estudiar y aprender las competencias que no son sino el conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas, cualidades y valores que garanticen su madurez paulatina, su desarrollo humano.

2.- Lograr una vida saludable, pues el bienestar tiene relación con la salud corporal y la salud mental- espiritual y psicológica.

3.- Decidir vivir feliz: Es lo más importante, de nosotros depende lograrlo siempre de la mano de Dios.

Organizar el tiempo implica tener claro los tres ámbitos que merecen toda nuestra atención y cuidado: mi propia persona, mi familia y mi responsabilidad, que no es otra cosa que atender las necesidades básicas desde una visión natural.

Atender mi propia persona es atender mi desarrollo socioemocional. Destinar el tiempo requerido para mis amigos, la pareja, de manera que el adecuado contacto social, ayude a mi salud mental para no caer en depresión, ansiedad y cualquier otro problema de falta de relación social adecuada. Destinar tiempo requerido para el deporte, los ejercicios y el descanso.

Atender el crecimiento y desarrollo familiar, es la base para el bienestar general. Dedicar tiempo para la convivencia familiar es destinar el espacio para un diálogo cercano, para atender las faenas domésticas y los encargos y responsabilidades que de acuerdo a su edad vayan asumiendo.

Atender mi responsabilidad es dedicar el tiempo requerido para estudiar en el caso de los chicos y también aplica a las personas mayores con sus responsabilidades profesionales y laborales. En el proyecto de vida es clave destinar el tiempo necesario para atender el desarrollo espiritual, para acrecentar la fe destinando tiempo para la oración y reflexión diaria, la misa dominical y la formación espiritual.

Ayudemos a nuestros hijos y alumnos para que aprendan a ser dueños del tiempo. Ello implica combinar lo que les gusta con lo que necesitan, organizando sus actividades. Hay que estimularlos a manejar su agenda para que respeten sus tiempos y horarios, hacer el seguimiento a su propio trabajo y trabajar sus desórdenes, para que sean conscientes de sus fallas en la administración de su tiempo y tomen las decisiones para corregirlas. La falta de organización genera: agobio, ansiedad, estrés, acumulación de actividades que se manifiesta en esa sensación angustiante de falta de tiempo, de preocupación angustiosa y muchas veces es causa de una deficiente calidad del trabajo, cuando se hace las cosas apresuradamente, por salir del apuro.

La actual coyuntura de la educación no presencial nos obliga más aún a organizar cuidadosamente nuestro tiempo en consonancia con la atención personal y familiar. Los padres de familia, en casa, se ven exigidos a planificar cuidadosamente el tiempo de los hijos en relación al uso de computadoras, tablets y celulares, de acuerdo al número de miembros en edad escolar y a las propias obligaciones del trabajo remoto en casa.

Aprovechemos esta circunstancia para apoyar el aprendizaje del manejo del tiempo a nuestros hijos. Tengamos muy presente que es obligación moral de la familia: aprender a construir una cultura de bienestar, esforzarse por formar comunidad, lo que significa atender, de manera integrada, el bienestar personal y familiar.

Que los niños y jóvenes en edad escolar sean conscientes que, en este nuevo año académico, están estrenando un nuevo tiempo. Ayudémosles a vivirlo con ilusión y con sentido de propósito.

 

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