Imperiosa reflexión: “la persona humana, creada para amar y ser amada”
Imperiosa reflexión: “la persona humana, creada para amar y ser amada”

Imagen: Internet
Por: Verónica Amparo Chambi Chambilla, docente asistente del Departamento de Humanidades de la Universidad Católica San Pablo. Licenciada en Administración de Negocios.
El covid-19 y la inestabilidad política y económica nos han enseñado una vez más que no podemos pretender resolver los problemas que aquejan al hombre solo con las ciencias sociales. La política, la economía o la sociología dan respuestas parciales acerca del hombre. Para tener una respuesta integral, es necesario conocer y poner en práctica, en cada actitud, que la persona humana fue creada para amar y ser amada.
Roberto Casales García, director de la Facultad de Filosofía de la UPAEP (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México), sostiene que para hablar de temas sociales es determinante conocer a la persona humana y Juan José Blázquez Ortega, investigador de la misma Facultad, acota que lo contrario al reconocimiento de la dignidad humana es lo que llamamos violencia e injusticia.
La respuesta del país a las crisis sanitaria, política y económica, de las que aún no salimos, revela el predominio de intereses individuales. La persona es usada y usa a los demás como medios para lograr su máximo beneficio personal. Se observa una sociedad herida por la corrupción en el interior del hombre que no se conoce, e incluso no se reconoce como ser creado para amar y ser amado, negándose la oportunidad de lo único que le corresponde: el amor. Cualquier trato hacia uno mismo o hacia el otro que sea contrario al amor terminará destruyendo a la persona y en consecuencia a la sociedad.
Frente a la corrupción de la persona nos indignamos, pero si las personas tienen una visión distorsionada o negativa de sí mismas y empiezan a creer que fueron creadas para la corrupción, para la injusticia o para la violencia, tendremos como resultado una crisis de la humanidad con efectos directos en la sociedad, como lamentablemente vemos en la actualidad.
Difícilmente nos fijamos que la verdadera belleza de la persona reside en su capacidad de amar y su necesidad de ser amada. Es más fácil asombrarnos por la belleza de la naturaleza o la tecnología digital que por la belleza de ser persona humana. Olvidamos que esta es el mayor tesoro de todo lo creado por ser la viva imagen y semejanza del autor de la vida y todo lo que existe, Dios.
Como conclusión: no podemos pretender resolver los problemas de la persona humana si primero no sabemos para qué fue creada y que la única actitud apropiada y válida para tratarla es el amor, como afirmó el papa San Juan Pablo II. Si no sabemos o reflexionamos en esto, las ciencias sociales o cualesquiera otras, no se pondrán a su servicio y estarán más bien limitadas a una práctica meramente mecánica.
Arequipa, 20 de septiembre de 2021